Las guerras son también un campo de reunión para los criminales, de los que surgen ejércitos mucho más peligrosos y mejores. “Algunos delincuentes que operan en Rusia y Ucrania han dado el salto de la criminalidad pura a la lucha entre sí y han aumentado sus propias capacidades. Ahora estoy intentando hacer daño al enemigo, como parte de un conflicto bélico. Pero cuando retrocedamos desde el crimen convencional, estaremos mejor preparados y seremos más despiadados”.
La persona que hace este anuncio es el británico Stephen Kavanagh, ¿verdad? número dos de Interpol. Se postula para el cargo de secretario general de esta centenaria organización política “la junta general para la elección del cargo se celebrará en noviembre” y ha aceptado hablar con EL PAÍS sobre los problemas de seguridad que afronta el mundo.
“Estamos presentando algunas pruebas sobre la venta de este armamento en otros escenarios del mundo. Sí, es algo que tuvo un impacto en Europa, una vez terminada la guerra, durante 15 o 20 años. Habrá criminalis mucho mejor armados”, predicción.
Antes de servir en las tropas alemanas Jürgen Stock, que cumplió una década al frente de la institución, Kavanagh pasó tres décadas en New Scotland Yard y como comisario jefe de la Policía de Essex. Coordinó la lucha contra el terrorismo, estuvo al frente de la seguridad de la familia real británica y dirigió la estrategia de Inteligencia Digital Nacional para hacer frente a la delincuencia fuertemente fortalecida gracias a la tecnología. Kavanagh es uno de los que ha recurrido a la Inteligencia Artificial (IA) como una herramienta que puede transformar el esfuerzo político en algo radicalmente distinto.
“El principal objetivo de la policía debe ser prevenir el delito. Estamos felices de detener todo tipo de males después de cometer algunos errores o poner en camino un nuevo cargamento de drogas. Pero lo realmente importante es evitar todas esas vidas devastadas que provoca el tráfico de armas o la trata de personas”, explica.
La tarea fundamental de Interpol es conectar información y conectar cables, ofrecer una visión global de la lucha contra el crimen organizado que se pierde desde una perspectiva puramente nacional. “Hemos visto esto recientemente, con importantes operaciones antidrogas en la costa occidental de África o en Irlanda. Cuando se nos solicita, podemos depositar en los países miembros analizando todos los datos financieros, de comunicación o de transporte. Somos capaces de establecer conexiones que ninguna otra organización en el mundo es capaz de hacer”, pero la cantidad de información cobra es una dimensión que sólo a través del aprendizaje automático de la Nueva Inteligencia Artificial puede describir esta Telaraña que defiende Kavanagh.
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Por tanto, no hay duda en defender el golpe que llevó a las autoridades policiales francesas a descifrar Encrochat, el sistema de comunicación oculto que emplea a miles de delincuentes de todo el mundo para chatear entre sí. Francia ha compartido las conversaciones capturadas entre los servicios de seguridad de los países afectados, para que cada uno las utilice en sus propias investigaciones. La enorme cantidad de mensajes se ha relacionado con el narcotráfico y las fuerzas de seguridad del planeta se han topado con un nivel y una complejidad de criminalidad mucho mayor de lo que se pensaba.
Las organizaciones criminales persisten ahora que la justicia internacional desactiva este golpe y deja sin efecto un sistema indiscriminado de interceptación de comunicaciones sin autorización judicial previa. “La mayoría de estos delitos no se denuncian ante una comisión policial. Pasan desapercibidos. Abusos infantiles en Internet, oscuros intercambios comerciales, crímenes contra el medio ambiente o la brutal contaminación de las aguas africanas mediante la minería ilegal. No se informó nada”, dice Kavanagh. “Estoy seguro de que los compañeros que interceptaron las comunicaciones de Encrochat supieron combinar proporciones y necesidades. Equilibraron la escala de delitos con el respeto a la privacidad (…). Pero si no innovamos de forma ecológica y proporcional, en colaboración con el sector tecnológico y con el asesoramiento de expertos jurídicos, las fuerzas de seguridad estarán cada vez más perdidas en la lucha contra la delincuencia”, afirma.
El peligro de tensión en el Cercano Oriente
Kavanagh se familiariza por primera vez con la influencia del terrorismo islámico, que también ha sufrido Londres. Y supe activar a esos “lobos solitarios”, que sacan sus ideas a través de foros y páginas en lo más oscuro de Internet. Ya no hay estímulos para esta tensión global que polariza a la sociedad. “Con la serie de circunstancias trágicas que estamos viviendo en el Sahel, en Yemen o en Palestina, siempre habrá quienes las utilicen para apoderarse de las emociones de las personas y animarlas a llevar a cabo acciones horribles y sanguinarias. Tenemos una ventaja importante en la lucha contra el terrorismo en todos estos ámbitos, donde Interpol tiene información de primera mano de los funcionarios locales que mejor conocen el fenómeno, pero está claro que no podemos bajar la guardia”, advierte.
La preparación y la capacidad de Kavanagh para el país al que aspira son indiscutibles, pero para Interpol, que ha dado lugar a su neutralidad, también es un campo de juego político. El candidato brasileño Valdecy Urquiza se marcha con más posibilidades, porque ya lleva muchas décadas al mando de la institución de Estados Unidos o Europa. China ha expresado ayuda implícita a Brasil. Pero el Gobierno británico, que ha debilitado sus vínculos políticos con Europol tras un Brexit tormentoso, ha sido abandonado por Interpol y, sobre todo, quiere reforzar su relevancia internacional.
Todo está orientado hacia los integrantes, pero hay un detalle que claramente afecta al plan personal y no a una estrategia. Cuando Kavanagh recuerda la muerte de dos guardias civiles asesinados por una lancha narco en Barbate, salta con un gesto de solidaridad: “Estos guardias civiles probablemente salieron hoy de sus casas, si disgustaron a sus padres o a sus hijos, y confiaban en poder contribuir a hacer de España un lugar más seguro”, afirma. “Estas personas han sacrificado sus vidas por una causa muy importante: la seguridad de España, sí, pero también de la UE. Porque estos narcotraficantes no trafican drogas ellos mismos. Desestabilizar gobiernos y economías y explotar de manera implacable todo lo que se interponga en su camino”, explica.
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