El Ministerio de Cultura anunció el avance hacia la creación de una unidad para la atención y prevención de la violencia machista en el sector cultural (sic). Según este periódico, “hoy no hay memoria económica. Sólo si sabe cómo será la estructura, ni cómo encajará en el organigrama del ministerio, ni quién lo dirigirá, ni el personal que tendrá a su disposición”. Es decir, no es más que la nota de prensa. La medicina es decidir que seguirás siendo medicina. ¿Son necesarios los medicamentos? Lo dudo mucho. Si tienen fotocopias, videos, carteles. Charles será impartido. Alguien cobrará muy bien, supongo.
¿Existe un problema de machismo estructural en el mundo de la cultura? Sí. Oye, heno. Casos a la altura de quién debería ostentar el ejército o el mundo de la poesía. Hay otro problema -que entiendo más grave- que tengo que ver con el manga, también con la explotación laboral y con las relaciones de poder. Otro problema grave que tenemos es la precariedad. Lo nuestro se está acercando a un pasatiempo para que cualquiera pueda permitírselo. Sí, si os lo aseguro, sí, se lo preguntaremos a todo el mundo, y sí, es completamente endémico en el sector.
Crear un taller para alojar a un par de compañeros y gastar (mal) dinero no hará más que servir para producir propietarios. Comenté la noticia con una amiga que me dijo que estaba prestando atención a mujeres maltratadas. Me contó que alguna vez hizo su paso desde aquellas siniestras instalaciones ubicadas “en sitios que ni te imaginas”. Una “casa de juegos” con dos niños sumergidos en el silencio y la tristeza, una mujer orinando a su alrededor porque su marido la está cortando, o incluso teniendo un ataque de ansiedad porque su ex cambió de auto y yo no sabía cuando la estaba siguiendo, algo menos de veinte años, otro bochorno…
Todos ellos por malos resultados en instalaciones en las que no dan lo suficiente y en las que tienen una lista de expectativas de varios meses para una consulta. Una de sus compañeras había sido violada a través de un cerco de sus entonces maridos. La sedaron y él entró en la habitación, la penetró y salió. No tenía una habitación para ella en la residencia. Historias apasionantes que se resuelven con un poco de presuposición en pensamientos concretos (habitaciones y personales) en lugar de cartas, sombras rojas, poses y egos.
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