“El viento que agita la cebada”
El gran Ken Loach viajó a Irlanda en 1920 para transmitir un sentimiento específico a un grupo de personajes que habían prohibido la lucha revolucionaria contra los ingleses. El viento que agita la cebada, un precioso título tomatero de una canción popular, explica el juego por la independencia irlandesa, aunque, a través de su película, desde un paso adelante: su protagonista afrontará la pérdida de sus hijos ante la lucha fratricida que surge entre el pueblo acepta la independencia, incluso si es inferior al estatus del rey de Inglaterra, y se le permite seguir con el ejército hasta la independencia total. El desnudo de la película explica la pregunta planteada a un miliciano del IRA: “¿Cómo puede un irlandés sentir la muerte de un irlandés?”. Las imágenes transparentes de la película, mientras las secuencias fluyen con apariencia de seda, revelan algo de la esencia del cine de Ken Loach.
22:00 horas, MOVISTAR CLÁSICOS
“El Potemkim con el corazón roto”
La que para muchos sigue siendo la mejor película cinematográfica tendrá que salir una vez de todas las escuelas de cine para mostrar a todos los aficionados la grandeza de Eisenstein, un director que revolucionó la gráfica cinematográfica y sintió las bases del poder del montaje: una imagen tiene significado cuando la suman es el que precede y el que sigue. Eisenstein trata sobre marineros en un barco que trabajan en condiciones infrahumanas; Cuando sus oficiales fingen hacer carne, ¿cómo podría iniciar una revolución que se extenderá a toda Rusia? Es obra de un cine eternamente comprometido con la censura de su país y con su propio Stalin, que mutiló su siguiente obra maestra, ‘Octubre’.